Columna de opinión publicada en el Diario Occidente del día 17 de enero de 2017, escrita por José David Solís Noguera quien es miembro de Telar - Tejido de líderes en Acción, red promovida por la UAV.
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El Plan Jarillón es un proyecto que inicio en el 2012 con el reasentamiento de familias, y a la fecha sólo ha logrado trasladar a 1940 hogares de las 8.777 familias censadas a lo largo de los 26 kilómetros que comprenden el Jarillón del Río Cauca y las lagunas El Pondaje y Charco Azul. Aunque estudiosos expertos en manejo de aguas y diques manifiestan que el terreno podría fracturarse fácilmente y causar una tragedia, la gran mayoría de sus habitantes se niegan a abandonar sus casas convirtiéndose – durante los últimos años – en un asunto de difícil manejo y polémico para los administradores del municipio.
Los caleños de “la otra ciudad” consideran que ese es sólo un problema de los habitantes del Distrito de Aguablanca y por eso no resulta ser de su interés.
Lo preocupante es que si el Jarillón llegará a romperse afectaría a unas 900 mil personas y cerca del 80% de la ciudad se quedaría sin agua. El Plan, busca prevenir desastres y fortalecer el Jarillón, pero tiene al municipio contra la pared, al tener un déficit de vivienda digna y segura dirigido a la reubicación de población vulnerable.
El sentir de los caleños que quieren el progreso de la ciudad, es que este Plan no avanza y son pocas las claridades que se tienen respecto a lo qué pasará con las familias que viven en esa zona, adicionándole que detrás de estos hogares se encuentran personas malintencionadas que están aprovechando el desespero y la incertidumbre de las familias para motivar al desorden social y el rechazo de las ayudas que ofrece la Alcaldía de Armitage.
Considero que el gran enemigo de esta iniciativa es la información poco asertiva que ha sido entregada por parte de los funcionarios de las entidades a cargo del Plan.
