Columna de opinión Molino de Papel, publicada en el periódico El País. Ver artículo original
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Por cuenta del impacto que tuvo en la producción energética el fenómeno del Niño el año pasado, el Gobierno Nacional estuvo muy cerca de declarar un racionamiento. Fue gracias a las acciones tempranas de los usuarios y las campañas que iniciaron a tiempo, que el país se salvó de pasar por tal aprieto. Ahora se sabe que el departamento del Valle tuvo mucho que ver, pues aportó el 98,6% de las energías alternativas que ayudaron a la cogeneración nacional. Ello fue posible gracias a los proyectos regionales que promueven la producción energética a partir de biomasas, tales como el bagazo de caña, residuos forestales e incluso gallinaza. La bioenergía es la alternativa a la que se le debe apostar hoy para reducir las causas del cambio climático, al tiempo que se resuelven las necesidades energéticas de la población mundial. Colombia puede hacer un aporte importante, aunque el camino es largo pues sólo el 1% del requerimiento anual se produce de esta manera, mientras que el 70% proviene de las hidroeléctricas. Es el cambio que puede liderar ahora el Valle, región que tiene todas las condiciones necesarias para generar las energías alternativas que se necesitan.