No quiero que avance este año que empieza sin dar las gracias, como vallecaucana raizal y caleña, a la gobernadora Dilian Francisca Toro y al alcalde Maurice Armitage. Dos años de trabajo ininterrumpido, con jornadas agotadoras y seguimientos milimétricos. Exigencias. Proyectos a corto, mediano y largo plazo. Visión futurista y duradera. Muchas veces incómoda para el día-a-día de muchos ciudadanos, tanto en la capital como en las otras ciudades, corregimientos y veredas. Dos estilos de gobernar con un común denominador: trabajar sin descanso para la región. Equipos de colaboradores comprometidos en cada una de sus funciones. Rendición de cuentas periódicamente. Y lo más importante de todo: ¡Ganas, ganas de hacer las cosas bien! El Valle ha mejorado notoriamente en infraestructura vial de carreteras secundarias, en proyectos agrícolas sostenibles, conservación de los bosques secos tropicales, el ecosistema más amenazado que se distribuye en el piedemonte de las dos cordilleras y las cuencas de los ríos Garrapatas, Dagua, Amaime, Tuluá y Bugalagrande. En salud ha recuperado varios hospitales como el San Juan de Dios de Cartago, programas de vacunación, sacar de cuidados intensivos el HUV y pararle el macho a ciertos personajes nefastos. Meterle el empujón definitivo a Buenaventura para que salga de su marasmo y abandono. Eliminar la ablación de los genitales de las jóvenes Embera con el programa ‘La Cultura genera Vida y no Muerte’. Apoyar y promover espacios en todo el departamento para la práctica deportiva y la recreación. El seguimiento a los programas de nutrición escolar, entre otros muchísimos logros. Cali puede respirar más tranquilo, pues al fin las obras del Jarillón se tomaron en serio. Igual las decisiones de reubicar las familias y despejar definitivamente y para siempre esta barrera que permite contener las aguas del Cauca y proteger la ciudad de una tragedia de indescriptibles proporciones. En días pasados estuve por Juanchito. El río amenazante y silencioso lamiendo las orillas y equipos de obreros y maquinaria trabajando infatigables. El Parque Lineal del río Cali será el regalo más bello para la ciudad. Cada que puedo tomo la ‘polémica’ avenida de la clínica de los Remedios y me extasío mirando la vegetación, los senderos peatonales, las flores. El tatequieto al monstruoso proyecto de la Sagrada Familia, los puentes vehiculares que ayudarán a agilizar la movilidad y conectar la ciudad, el interés sagrado en equilibrar la inequidad con programas educativos, recreativos y capacitación laboral, la Guía de gestión responsable en Zonas de Posconflicto, el interés prioritario sobre el MÍO y el sistema de transporte masivo, la atención a la seguridad y la reducción de homicidios. Dos líderes. Diferentes pero complementarios. Han logrado en estos dos años de labor que el Valle progrese y que Cali recupere del todo esa pujanza y sentido cívico y de pertenencia que renació de las cenizas con la alcaldía de Rodrigo Guerrero y ya no tiene marcha atrás. Ahora nos toca a todos los vallecaucanos y caleños apoyarlos, unirnos, defender lo nuestro, nuestra historia, nuestras costumbres, nuestro folclor, nuestra gastronomía, nuestro patrimonio arquitectónico, nuestras ciudades intermedias, nuestras veredas y nuestro medio ambiente. ¡Seamos ejemplo de trabajo en equipo, de paz y reconciliación!
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