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Revolución del Valle



Además de la tradicional caña, la región sobresale con otros productos de exportación, como la piña y el aguacate Hass, y es referente en el negocio avícola y del cerdo.


Sin lugar a dudas, la caña de azúcar es tan del alma del Valle como lo es el huevo a la gallina. Sin embargo, hoy la región vive una verdadera revolución por cuenta de la diversificación de cultivos agrícolas como el aguacate Hass y la piña Golden, además de algunos cítricos que hoy son apetecidos en los mercados internacionales.


Solo en caña, el producto ‘estrella’ del Valle, se superan las 160.000 hectáreas, frente a las casi 50.000 hectáreas que se producen de frutales, en cultivos como piña, mango, limón Tahití, guayaba, uvas, papaya y otros frutos. Por si fuera poco, productores de otros países e, incluso, importadores regionales que quieren mitigar el impacto del dólar ‘caro’ para producir en el ámbito local exploran oportunidades de innovación en nuevas opciones, como es el caso de los arándanos.


Hay algo claro: en la medida en que se ha mejorado la percepción de seguridad, la frontera agrícola del Valle se ha expandido y hay nuevos territorios que tienen vocaciones que están siendo aprovechadas. “La región se ha movido rápido para traer inversiones de Perú, Chile y México, así como de aquellos jugadores con fronteras restringidas que buscan crecer en el Valle”, comenta Alejandro Ossa, director de Invest Pacífico.


Un ejemplo de ello es que la empresa peruana Agrogénesis, que desde enero pasado se asentó en el corregimiento de Huasano, municipio de Trujillo (Valle), el más antiguo y también uno de los testigos de la violencia más descarnada en el norte de la región en la década pasada. Desde allí se producen plántulas para ají, cítricos y arándanos, además de tener intención de producir semillas para cerezos y especies de almendros que no existen en territorio colombiano. La inversión llegó al millón de dólares y la idea de esta multinacional, que genera cerca de 8.000 empleos en Perú, es crecer en territorio colombiano.


Emmanuel Landa, socio de Agrogénesis, quien conoce el país hace al menos 13 años, dice que ‘se amañó’ en la zona por su ubicación geográfica, el hecho de estar a dos horas y media del Puerto de Buenaventura y la diversidad de climas.“También pensamos: ¿por qué no hacer algo en Colombia, que también sea ayudar en el proceso de pacificación?. En Colombia no se sufre, se goza y estoy con mi familia en donde queremos estar: existe un gran potencial para que Colombia se convierta en un país agroexportador frutícola relevante. Y justo en el centro del Valle”, afirma.


Tanto así, que gremios de la producción y sector privado están apoyando la agroindustria en esta región con mecanismos como asistencia técnica integral, transferencia de tecnología y apoyo en la comercialización del producto, incluso antes de cultivarlo. “En ese momento de posconflicto nos articulamos con el desarrollo en el Valle del Cauca con cultivos promisorios como piña, aguacate Hass, lima ácida, Tahití y plátano, que según su gran demanda pueden fortalecer la economía de las comunidades víctimas del conflicto armado”, afirma Álvaro Palacio, gerente general de Asohofrucol.


Por cuenta además de una menor competitividad por el precio del dólar, compañías importadoras de frutas, como es el caso de Fénix, que trae productos de estación como manzanas, cerezas o duraznos que se producen en Chile, Argentina, Estados Unidos y Europa, están empezando a producir algunos productos en la región. “A medida que nuestra moneda se devalúa también hay que aumentar las exportaciones. Por ello, tenemos producción de arándanos en Ventaquemada (Boyacá), cultivos ‘piloto‘ de arándanos en Tenerife (Valle), uvas, papayas, melones en La Unión, así como piña”, afirma Luis Eduardo Jiménez, gerente general de Fénix, quien reconoce que 15% de lo que factura es producto nacional.


Despensa agrícola


Otra de las nuevas promesas de la región corre por cuenta del nuevo ‘oro verde’, el reconocido aguacate Hass, cuyo primer cargamento, con 34 toneladas de la fruta, viajó por primera vez a Estados Unidos en noviembre pasado y que se está convirtiendo en una fuerte promesa de reivindicación agrícola en regiones como el norte del Valle, otrora víctima de la violencia en municipios como Versalles, a tres horas de Cali.


“El cultivo de aguacate se ha venido incrementando en unas 800 hectáreas al año en estos últimos dos años”, afirma el presidente de la Sociedad de Agricultores y Ganaderos del Valle del Cauca”, Francisco José Lourido.


Hoy un kilo de aguacate Hass se vende en un promedio de US$6 el kilo y en Holanda un solo aguacate puede costar 6 euros. Y cada vez cobra más fuerza en los comedores internacionales. “Es mucho más cremoso y rico. Se consume cada vez más para guacamole o ensaladas”, comenta el chef Jorge Rausch, una de las estrellas gastronómicas más reconocidas en el país.


A pesar de lo promisorio del cultivo, el asesor en asuntos económicos del Departamento, Adrián Zamora, dice que hay que apuntarle a una reconversión en la producción. “Muchos productores tienen aguacate tipo Lorena, Papelillo o Común, que son otras variedades pero que no tienen un mercado internacional”, afirma tras anunciar que el gobierno departamental invertirá cerca de $10.000 millones para ampliar las áreas de producción de esta y otras frutas, en especial en el norte del Valle. Hay esfuerzos privados y compañías como Pacific Fruits que ya está haciendo exportaciones del producto.


Esta gran despensa agrícola en la que se ha convertido la región ha sido el motor para que la propia industria de la caña encuentre una oportunidad de crecimiento en los cultivos.


Es el caso de Bengala Agrícola, una filial del grupo Riopaila Castilla, que en poco tiempo logró convertirse en uno de los grandes exportadores de piña Golden, y que hoy representa 54% de las exportaciones colombianas de esta fruta en fresco. “Empezamos con 30 hectáreas con el ánimo de diversificar los cultivos y hoy ya tenemos casi 500 directas y 200 hectáreas de proveedores. La fruta tiene mucha acogida en el mercado internacional”, afirma Andrés Kuratomi Nakayama, gerente general de la compañía y quien desde ya tiene como propósito para 2018 aumentar 50% el volumen de producción, gracias al ajuste en la producción desde su planta inaugurada el año pasado, ubicada en el municipio de Pradera, a solo 40 minutos de Cali y que fue uno de los más afectados por la violencia de grupos armados.


Los ingenios azucareros también han encontrado nuevas alternativas para la sostenibilidad del negocio. Además del azúcar, que genera el grueso de los ingresos, así como la producción de etanol para la generación de alcohol carburante, hay un frente con alto potencial de crecimiento. A partir de iniciativas como el uso de la biomasa del bagazo de la caña, se puede contribuir en la producción de energía. “Los ingenios vendemos cerca de 100 MW de energía excedente al Sistema Interconectado Nacional. En momentos de escasez, cuando tuvimos el fenómeno del niño 2015-2016, aumentamos 50% la capacidad excedente disponible para entregar 150 MW al sistema”, comenta Marco Vera, gerente de Negocios de Energía de Incauca- Ingenio Providencia, tras señalar que los ingenios tienen previsto crecer en cerca de 90 megavatios adicionales en tres años.


Puro pollo


Este boom agroindustrial en el Valle del Cauca se hace sentir además con el desarrollo del clúster de proteína blanca: en 2016 registró la mayor producción de proteína blanca del país (21%), con 1,3 millones de toneladas. El clúster agrupa 267 empresas de huevo, pollo y cerdo, además de otras que ofrecen servicios de alimentación, sacrificio, vacunación y refrigeración, que registraron ventas por $8,2 billones, según la Cámara de Comercio de Cali.


Sólo en huevo, el Valle es el primer productor del país, con un crecimiento en la producción de 17%, y en pollo, de 10%, según la Federación Nacional de Avicultores (Fenavi). En 2016 produjo 3.650 millones de huevos, equivalente a 28,5% de la producción nacional y ha generado 40.000 empleos directos en la región.


En el Valle hay marcas y empresas tan emblemáticas como Kikes (Incubadora Santander), Santa Anita y Huevos Oro, de la tulueña Nutriavícola. “Nuestra producción llega a 1’800.000 huevos mensuales. Hemos venido creciendo y hecho un esfuerzo por entregar lo que el consumidor pide”, afirma Mario César Ocampo, presidente de la empresa.


En el frente avícola, la llegada de la multinacional Cargill, a través de la compra de El Bucanero, marca un hito en la industria.“Esta nueva inversión invita a que las empresas nacionales sigan trabajando y mejorando en competitividad, lo que le da un ingrediente que antes no tenía la industria”, comenta Ana María Soto, directora ejecutiva de Fenavi Valle.


Lo cierto es que estas nuevas y tradicionales apuestas están propiciando que hoy el Valle del Cauca sea una gran despensa nacional a la que aún le queda camino para hacerse aún más fuerte.

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