Columna de opinión escrita por Gerardo Quintero para el diario El País. Ver artículo original.
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El debate electoral local parece eclipsado por los temas nacionales y la situación de Venezuela. Sin embargo, urge comenzar a alinear a los candidatos sobre las respuestas que deberían dar, por lo menos, sobre dos de los problemas más graves que acosan a los caleños. La claridad y sensatez de esas respuestas serán fundamentales para decidir el voto, más allá del partido al que pertenezcan. En primer lugar me refiero a la seguridad. Si bien la administración de Maurice Armitage ha hecho un gran esfuerzo de inversión social y ha logrado una reducción en los homicidios, no podemos negar que la ciudad continúa siendo la más violenta de Colombia. Durante el primer trimestre de este 2019 se registraron 262 homicidios, 61 casos menos que en el mismo periodo del año pasado, lo que en plata blanca representa una reducción de homicidios del 19%. Pero aunque las muertes violentas han descendido hay dos aspectos que los candidatos deberían explorar: cuáles son las razones para que la percepción de inseguridad de los caleños sea tan alta y por qué hay tanta desconfianza en la labor investigativa de las autoridades. La negativa percepción tiene que ver con que los homicidios en Cali son atroces, en medio de la gente o en lugares visibles. Eso, sin duda, envía un mensaje a la psiquis colectiva de miedo generalizado. Sobre lo segundo es evidente que hay desconfianza en la Policía, la Fiscalía y los jueces. Que esta semana haya sido liberado un reconocido y confeso ladrón que se desplazaba en una moto amenazando a sus víctimas deja mucho que desear sobre la Justicia. Tampoco los atropellos de algunos policías y la connivencia con el delito denunciada en sectores populares de Cali generan tranquilidad. Por eso sería importante que el próximo alcalde no hiciera tierra arrasada en las políticas públicas de seguridad, continuara lo que se ha hecho bien y trazara estrategias diferentes para enfrentar el microtráfico y desvertebrar las oficinas sicariales que aterrorizan la ciudad. Hay un cansancio de todos los caleños porque nos sentimos acorralados por la delincuencia. Me da pena con los motociclistas decentes, pero tener a cualquiera de ellos cerca es casi una amenaza terrorista. Y hablando de motociclistas, el otro aspecto que los candidatos deberían direccionar sus propuestas es en plantear soluciones reales al caos en la movilidad, al que bastante contribuyen los primeros. Las medidas tomadas hasta ahora son irrelevantes, desordenadas y solo ayudan a aumentar el problema. No dudo de las buenas intenciones de recortar los carriles de la Roosevelt o de la Carrera 44, en el sur, pero eso no ha solucionado nada y lo que han creado es un embudo peligroso para peatones y ciclistas que supuestamente pretenden proteger. Las motos, nuevamente, se tomaron las franjas azules. Hay que actuar, porque la ciudad está bloqueada por la sensación de inseguridad y por la falta de movilidad.